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El cuadro es una crítica a los regímenes totalitarios que exigen el sacrificio de sus pobladores. La patria, representada por una dominatriz de escala superlativa, se encuentra en un escenario industrial, sin rastros de vegetación, y le señala el ingreso a una columna de soldados de una fábrica. El fascismo, nazismo y estalinismo son ejemplos extremos de este tipo de estados. El hecho de que ya hayan existido con anterioridad no resta el peligro y la tentación por parte de gobernantes actuales, de manipular a los ciudadanos en aras de un ideal superior.
El principio de la nada
2010
Óleo y temple sobre tela
210 x 130 cm.